Los insectos, los hongos y las malas hierbas son un gran quebradero de cabeza para quienes plantan, ya que suelen afectar a la productividad y la calidad de los cultivos, acarreando pérdidas al agricultor. Por lo tanto, la lucha contra este tipo de plagas es esencial para mantener la salud del cultivo y, en este sentido, una de las soluciones utilizadas para controlar y eliminar las infestaciones es la lucha biológica o el control biológico de plagas.
Qué es el control biológico
El control biológico es una forma de reducir o eliminar la infestación de una determinada plaga mediante el uso controlado de sus enemigos naturales. Se trata de insectos, hongos, ácaros, bacterias, virus y otros tipos de depredadores que tienen potencial patógeno sobre las plagas, es decir, que son capaces de depredar y provocar enfermedades en las plagas que atacan al cultivo.
Este concepto fue mencionado por primera vez en 1919 por H. S. Smith, quien se refirió al uso de enemigos naturales para controlar los insectos. Posteriormente, el término también se utilizó para referirse a otro tipo de métodos para prevenir y reducir las plagas, como el uso de variedades resistentes, la rotación de cultivos, el uso de trampas y otras técnicas naturales, sin ningún tipo de control químico.
Sin embargo, hoy en día, la mayoría de los expertos en la materia consideran que el control biológico de plagas es sólo el uso de enemigos naturales para suprimir o reducir una plaga o reducir los daños que causa.
Los avances tecnológicos y la posibilidad de producir a escala industrial son algunos de los factores que justifican el crecimiento del uso de este tipo de soluciones. Sin embargo, el principal es el aumento del interés del productor, que se produce tanto por el menor impacto ambiental que supone el control biológico como por el aumento de la resistencia de algunas plagas a los productos químicos.
Cómo funciona el control biológico de plagas
Mucho antes de que las soluciones para el control biológico lleguen al campo, se realizan varias investigaciones para comprender el comportamiento de las plagas y sus enemigos naturales, evaluar los beneficios del uso de estos enemigos para los cultivos y eliminar los riesgos para el medio ambiente y la salud humana
En general, el primer paso para crear una solución de control biológico es recoger los enemigos naturales de una determinada plaga en el entorno. En algunos casos, cuando la plaga procede de otro país o continente, es necesario recoger a sus enemigos en su lugar de origen. Después, ya en el laboratorio, los investigadores realizan varios procesos para medir la eficacia de estos enemigos como agentes de control biológico, es decir, prueban su acción contra las plagas.
En esta fase, además de evaluar el potencial patógeno en las plagas objetivo, los expertos también analizan la capacidad del organismo para causar enfermedades en otros seres, como animales y humanos, y en el propio cultivo. Por último, se desarrollan productos a partir de estos agentes de control biológico, cuya eficacia y seguridad seguirán siendo evaluadas por los investigadores.
Estos productos se denominan biológicos porque no contienen ninguna sustancia química en su formulación.
Las precauciones al aplicar este tipo de productos son las mismas que al aplicar plaguicidas químicos: es necesario utilizar equipos de protección personal y eliminar correctamente los envases vacíos, además de utilizar el producto según las instrucciones del prospecto o según las recomendaciones de un profesional especializado.
Los productos biológicos recomponen el equilibrio natural del medio ambiente, a menudo dañado por el monocultivo o el uso intenso de productos químicos. Mediante el uso de soluciones de control biológico, el productor puede controlar los enemigos de la plantación, mantener la salud de su cultivo de forma sostenible y realizar una gestión integrada de plagas más eficiente.