¿Es posible sustituir la producción agrícola a gran escala y el modelo agroexportador que hoy caracteriza a la agricultura de mercado en la era de la globalización por otra forma de gestionar la producción y distribución de alimentos en el mundo?
El fomento de la agricultura de mercado y el rechazo de las alternativas
Tal vez esta cuestión tenga sentido incluso cuando aceptamos la apuesta por un «pensamiento único» o «axioma global» como la mejor estrategia de planificación planetaria. De lo contrario, la respuesta sería: no hay modelo. La apuesta por un modelo único, aplicable globalmente, es precisamente la raíz de la desintegración y de los problemas sociales, culturales y económicos del mundo moderno, el origen de la homogeneización que poco a poco va asfixiando lo que aún resiste en términos de diversidad entre los pueblos.
Partiendo de esta tesis, el siguiente reto es cómo hacer valer un nuevo concepto que considere la alimentación como un derecho humano básico y no como una mercancía.
La adopción de un nuevo paradigma en el campo choca a veces con el hecho de que, tras el avance del modelo neoliberal, tanto en los centros de conocimiento (escuelas, universidades e instituciones de investigación) como en los poderes públicos, se ha implantado una cultura de apoyo y fomento a la agricultura de mercado, que generalmente tiende a marginar cualquier propuesta o demanda «alternativa».
El problema del pensamiento único de la agricultura de mercado
¿Cómo trabajar entonces con técnicos y tecnologías formados para potenciar la agroindustria? ¿Qué entiende un agrónomo, formado en esta lógica, sobre el desarrollo sostenible de las comunidades indígenas o de los pequeños agricultores? ¿Cómo producir de forma económicamente viable los cultivos excluidos del «circuito comercial»? ¿Cómo pueden las comunidades campesinas acceder a las tecnologías de transformación y a las estructuras de comercialización? ¿Cómo hacer frente a las políticas públicas que priorizan inequívocamente el agronegocio?
Si, por un lado, las prácticas agrícolas diversificadas y adaptadas a las realidades locales para mantener la soberanía alimentaria, social, económica, medioambiental y cultural de los pueblos son uno de los pilares de la lucha contra el «pensamiento único» de la agricultura de mercado, por otro lado, también es necesario repensar los modelos de uso de la tierra.
Aún queda mucho trabajo por hacer, la agricultura de mercado necesita evolucionar al mismo ritmo que otros sectores, pensar en marginar otras alternativas no es la solución y, aunque hay muchas preguntas que quedan en el aire, sólo el futuro y el fomento de la agricultura de mercado hacia el camino de la evolución puede llegar a solucionar en el futuro los problemas que existen hoy en día.